Publicado el 7 de diciembre de 2011 en el Heraldo de Aragón:
Encarna Samitier
EL CHIP
NO es muy corriente que un ministro llore en público. Pero es lo que le ha pasado a la
responsable italiana de Trabajo. A Elsa Fornero le tocó anunciar un ajuste de 30.000
millones de euros que incluye subidas de impuestos, retraso de la edad de jubilación
a los 66 años y congelación de las pensiones superiores a 935 euros al mes, pero
también gravámenes sobre bienes de lujo, persecución del fraude fiscal y reducción
de los cargos políticos en las provincias. Si es sincera, como parece, la emoción de
Fornero prueba que una experta en macroeconomía puede estar mucho más pegada a
la realidad que el gobierno de broma de mal gusto de Berlusconi. En toda Europa, los
tics de la vieja praxis política coexisten con la austeridad y la seriedad que imponen los
nuevos tiempos. En Aragón, el ajuste en comidas y alquileres convive con herencias
que el nuevo Gobierno del PP parece dispuesto a digerir a cambio de la estabilidad,
entendida otra vez como valor supremo. La creación de chocantes cargos a medida
en el Ayuntamiento de Belloch, sostenido por CHA e IU, o las comarcas con cuatro
vicepresidencias, como la del Bajo Aragón, con sueldos pactados entre el PSOE, el
PAR y CHA antes que los programas, indican que aún queda mucho chip por cambiar.
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